No atiendo a razones, no veo ni oigo a mi alrededor.
Hijos que remueven el aire, estructuras e instalaciones pendientes de decisión, caricias de mi querida María sin responder, líneas de devoción por Feito, aplazadas, quehaceres diarios que suspiran dedicación, y sin embargo, mi alma, herida de pasión, embebida de colores, absorta de belleza, solo atiende a la sinrazón.
Estoy pendiente que lleguen a casa desde Inglaterra, dos imponentes cuadros de Mabel, mi Mabel Arce. Y sueño con ese día, día en el que se calmará este sentimiento vehemente que domina mi voluntad, día de sosiego para mi ánimo, hoy lleno de excitación, deseo y padecimiento.
Querida Mabel, mi Mabel.
F.N.
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