Y como decía Calderón, “en este mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, … “, cada uno interpretó su papel asignado, como si Larra moviese los hilos de cada uno de los cuatro comensales.
Esta quieta Semana Santa 2021, hemos compartido mesa y risas con nuestros queridos Cristina y Pepe, e inevitablemente, ha venido a mi memoria el artículo de Larra, de lectura colegial, “El castellano viejo”. (*)
Por supuesto, Pepe ejerció de distinguido Mariano José y, en una impecable interpretación de elegancia y saber estar, primero “alteré el orden de mi manera de vivir y … acepté cierto convite al que negarse parecería grosería o por lo menos ridícula afectación de delicadeza”. Y cual exquisito invitado, “no quise, sin embargo, excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de día en semejantes casas”.
Y si Pepe lo hizo bien, yo no desmerecí en el papel, que Larra me asignó, de Braulio como anfitrión. En mi deseo de agradar a tan distinguidos invitados, vestime con mis mejores galas, redecoré salita y encargué las mejores viandas y taninos.
Pero claro, al igual que en el genial artículo de Larra, todo salió mal, comimos tarde y bebimos caliente, exceso de picante en el primero, “quemados los pichones, ahumado el estofado y pasado el pescado”.
“Para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días; líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento, …”
F.N.
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